La práctica Ãntima del Yin yoga
"Si lo sientes, lo estás haciendo"

El Yin yoga se caracteriza por ser una práctica lenta, sencilla y con un enfoque pasivo, que invita a la meditación y a concentrarnos en las sensaciones corporales y emocionales más sutiles y delicadas que se despiertan.
A nivel físico y dentro de la práctica, sostenemos las posturas en quietud durante varios minutos, para ir relajando la musculatura e incidir en articulaciones, fascias, tejido conectivo y órganos internos.
Una práctica que se aleja de buscar una alineación exacta y estética de la postura, sino que se centra en la función o intención de la postura, entendiendo que cada cuerpo y estructura humana es diferente, y que habrá que adaptarse en la postura por generar las sensaciones buscadas en una zona concreta.
¿Qué tiene de diferente a otras prácticas o estilos de yoga?
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Yin yoga se basa en la medicina tradicional china, y busca armonizar la energía (el llamado chi ), haciendo evidente la necesidad de encontrar el equilibrio en todo lo que hacemos, pensamos y sentimos, para obtener bienestar y salud.
Al aportar lentitud, calma e introspección, contrarresta las prácticas más dinámicas, exigentes y físicas, que se han globalizado tanto en Occidente, y nos ofrece espacio y tiempo para observar cómo nos sentimos y dónde están nuestros límites en el momento presente, tanto físicos como mentales y emocionales, permitiéndonos soltarnos y reconocer qué necesitamos. De esta forma nos ayuda a bajar el ritmo, desbloquear tensiones y a vivir con más atención y tranquilidad el día a día, rebajando el estrés, la exigencia y las distracciones que la sociedad nos marca.
Si nos fijamos en la naturaleza y sus ciclos, observamos el aspecto cambiante de las cosas, y la vida está llena de contrastes y polaridades (rápido y lento, dentro y fuera, masculino y femenino, luz y oscuridad, etc.). Desarrollar cualidades como la adaptación, la entrega y la aceptación puede acercarnos al camino del medio y ayudarnos a entender tanto la impermanencia como las diferentes tonalidades de las cosas, ya que al fin, ¿qué es la oscuridad sino falta de luz?

Entrar en la postura a una profundidad adecuada
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La práctica es lenta y pasiva, por lo que los movimientos para entrar en la postura también lo son.
Cuando empecemos encaminarnos hacia la postura, tanto el cuerpo como la mente lo harán con cierta tensión, alerta, por lo que la musculatura la sentiremos tensa y ciertamente restringida, por eso no buscaremos una profundidad excesiva, sino un lÃmite adecuado para quedar nos.
A medida que restamos más tiempo dentro de la postura, dejamos de luchar y buscamos una mirada de observación y entrega, el cuerpo, progresivamente, se irá abriendo y, quizá, iremos ampliando nuestros lÃmites.
Este primer principio nos lleva a abandonar expectativas y alejarnos de cómo deberÃa ser la postura, para aceptar dónde estamos y respetar lo que necesitamos.
Sostener la quietud
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Una vez encontrado este lÃmite adecuado que hablábamos anteriormente, nos comprometemos a mantenernos en la mayor quietud posible, con determinación de buscar la permanencia y quedarnos en la postura sin cambios.
Esta quietud ayudará:
- que el cuerpo se relaje y se desactive la musculatura, por lo que podremos incidir en articulaciones y fascias, las cuales quedan protegidas cada vez que el cuerpo se activa y hay movimiento.
- que la respiración sea suave, lenta y natural. Cuando el cuerpo está calmado, la respiración no está agitada, corta ni forzada, y nos acompañará a profundizar en las sensaciones y observar el momento presente.
- que la mente se sosigue y podamos ver con mayor claridad y menos distracciones.
La quietud se sostiene sin dogmatismos, de modo que si sentimos dolor o mucha lucha por permanecer dentro de la postura, buscaremos restarle intensidad y adaptarla.


Mantener las posturas un tiempo prolongado
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El ingrediente mágico de la práctica es el tiempo.
Los tejidos yin que trabajamos no son elásticos como los músculos, por lo que no responden bien al constante movimiento. Al ser plásticos, necesitan cierto grado de tracción y mantener esta tracción por varios minutos, a fin de obtener el estrés adecuado y los máximos beneficios.
Cuando los tejidos se estimulan a una intensidad apropiada y por un perÃodo de tiempo adecuado, aumentan su adaptación, resistencia y fortaleza. Si aportamos demasiado estrés o lo mantenemos durante demasiado tiempo o no descansamos suficiente, los tejidos no pueden recuperarse y es posible lesionarse. De nuevo, buscamos el equilibrio entre intensidad y tiempo suficiente.
Cada cuerpo, momento y circunstancias son únicas, por eso un dÃa podrás sostener una postura más tiempo que otra, o incluso habrá posturas que podrás quedarte más tiempo que otras. Por eso es importante practicar con respeto, atención y sentido.
Generalmente, empezamos por quedarnos en la postura un mÃnimo de 3 minutos. Con el tiempo, y según el momento, iremos incrementando este perÃodo, hasta 8 o 10 minutos.
¿Qué beneficios tiene la práctica de Yin yoga?
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Nutre las articulaciones, reduciendo la fijación dentro de la propia articulación y amplÃa su rango de movimiento.
Estira las fascias y tejido conectivo que envuelve músculos, huesos, órganos, etc. evitando que se enreden, que se acumulen partÃculas tóxicas y se limite el movimiento del cuerpo.
Aporta mayor lubricación a los tejidos y ayuda a que articulaciones y fascias se desplacen con mayor facilidad.
Mejora su flexibilidad.
Según el enfoque de la secuencia, mejora la digestión, estimula y nutre a los riñones o mejora la circulación sanguÃnea.
Reduce la osteoporosis.
Disminuye en la frecuencia cardÃaca y la presión arterial.
Reduce el estrés, desactivando el sistema nervioso simpático (el encargado de reaccionar ante una situación de peligro).
Libera tensiones fÃsicas y emocionales almacenadas, que necesitan tiempo para desbloquearse.
Genera oportunidades para crear nuevas dinámicas mentales y ser más coherentes con lo que eres.